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El Alumno DifĂ­cil (incompleto)

     Muchos de los comentarios docentes sobre los alumnos nos hacen mención de estos alumnos, alumnos que de alguna manera no congenian con el docente, con la institución, con los mismos padres y algunas veces ni siquiera con sus propios compañeros; las grandes escuelas se toman poco tiempo y esfuerzo es atender a estos chicos, se pierden en la burocracia de no encontrar un responsable que dé el seguimiento y la intervención necesaria; casi siempre queremos encontrar la solución mágica que no le cueste a la institución y que al alumno lo haga cambiar casi al instante, nada de esto más inasible; porque estaríamos entrando al mundo del "deber ser", estamos buscando ciertas características que nos permitan aceptar al alumno como un "alumno normal" y deje de ser ese "alumno difícil" que tanto nos aterra como docentes y como institución.

     Cuando un maestro se pone melancólico y dice "es que en mis tiempos no éramos así" tenemos un serio problema, por supuesto que no podemos juzgar a nuestros alumnos a través de la experiencia que nosotros vivimos; el mundo que nosotros conocimos cuando éramos jóvenes no se asemeja al que ahora estan viviendo nuestros jóvenes y yo no estoy preparado para enseñarles a vivir en un mundo que disto mucho de dominar. Queremos que los jóvenes cambien, cuando son ellos el resultado de la alteridad que es la vida misma y muchas de las características que rechazamos en ellos son las que necesitan para vivir, no podemos negarles los años de evolución tan sólo porque nosotros no nos podemos poner al corriente con ellos o porque desearíamos que fueran más como nosotros.

 

     Un texto de Margaret Mead llamado "Compromiso y Sociedad" (1970) habla precisamente de este aspecto; decían nuestros padres que ellos ya habían pasado por donde estábamos nosotros y que a nosotros nos faltaba mucho para estar en su mundo y hasta hace algunos años esto era verdad, los padres nos enseñaban a vivir y a responder con las habilidades necesarias en un mundo que ellos ya dominaban y entendían, sabían todas las respuestas y nos enseñaban las cosas que creían eran necesarias para desarrollarnos en ese mundo; el mundo de ahora no lo gobiernan los adultos, ¿cuántas veces no le hemos pedido a un menor que nos ayude con la busqueda de información en internet o con la programación de nuestro celular? La tecnología ha hecho que las cosas a las que estábamos acostumbrados se vayan desarrollando más rápidamente de lo que nosotros podamos ponernos al corriente con los cambios. Muchos de los millonarios en la actualidad hicieron sus fortunas en su juventud (Bill Gates funda Microsoft a los 20 años, aun sin terminar la escuela; Lawrence Edward "Larry" Page de 25 años y sergey Brim de la misma edad fundan Google en 1998; Linus Pauling en 1991 genera el lenguaje Linux que permite el crear, distribuir, copiar o modificar cualquier tipo de lenguaje basado en este sistema haciendose la mayor competencia de Microsoft, tenía 23 años; existen muchos otros ejemplos más estos son sólo para ilustrar) las grandes empresas buscan a jóvenes que provean la creatividad y las habilidades que tienen para que sus empresas sean más competitivas, más agresivas y con el empuje que los jóvenes les puedan proveer. Mead escribe su libro en 1970 inclusive antes del uso del computador personal, del internet y del celular; elementos que nosotros consideramos como cuestiones indispensables y primordiales en nuestra vida; Mead realmente tenía la intención de hablar de un mundo más involucrado con la sociedad pero menos comprometido, es ahi donde residía el problema. Si ahora nosotros le introducimos el ingrediente de la tecnología tenemos como resultado precisamente a nuestros alumnos y sobre todo a los que consideramos difíciles

       No con esto estoy diciendo que los adultos tienen menor ingerencia en la vida cotidiana, sino que estamos entendiendo al adolescente desde perspectivas que no le atañen a él y que en esta misma deficiencia que no estamos preparados para entenderlos. Vidal Schmill (2008) dice que en estos momentos  no estamos preparados para ser padres debido a que no los entendemos en su entorno, en sí mismos y que debemos, entonces, tomar cursos para ponernos al corriente sobre lo que es bueno para ellos y la forma en cómo acercarnos a los jóvenes de ahora. Es muy curioso la forma en que nos alejamos de la juventud olvidando las cosas que nosotros mismos pasamos, en un entorno diferente, pero que de cualquier manera pasamos; el miedo a ser aceptados, la socialización con mi grupo de pares, los novios, el trabajo, la escuela, los amigos, las relaciones sexuales, la sexualidad, las drogas, el alcohol, los cigarros y los padres, son variantes que todos pasamos; otra vez, en diferente entorno, pero que indudablemente estuvieron en nuestro mundo.